Estos son los problemas mentales más habituales en la infancia.

Niña con depresión

Los trastornos mentales también afectan a los niños. Con frecuencia los padres somos reacios a admitirlo, pero cuando vemos un comportamiento anormal en nuestro hijo, es bueno recurrir a un profesional. Te presentamos los problemas mentales más habituales en la infancia, ordenados según su índice de incidencia.

En la siguiente lista que vamos a exponer, hay trastornos de índole neurológica y alteraciones del comportamiento. Todos ellos tienen un componente psiquiátrico.

Trabajar estos problemas con un psiquiatra o con un neurólogo es clave para facilitar la recuperación del niño, o para que pueda vivir con su condición. El psiquiatra nos va a aportar un punto de vista médico que va más allá de una terapia para adquirir herramientas o desarrollar habilidades.

El doctor José Antonio Hernández Hernández, psiquiatra en Alicante, que ha trabajado durante más de 30 años en el departamento de psiquiatría del Hospital Provincial de Alicante, opina que los problemas mentales en la infancia hay que tratarlos desde un enfoque integral. Trabajando con otros profesionales sanitarios y abordando otros aspectos de la salud y la vida del niño que van más allá del campo psiquiátrico.

Estas son las enfermedades mentales más habituales en la infancia:

Ansiedad.

La ansiedad afecta aproximadamente a un 7% de la población infantil en algún momento de su vida. UNICEF señala que es frecuente en los niños de entre 6 meses y 3 años, sufrir ataques de ansiedad, cuando pasan solos un periodo de tiempo, basta con que sean unos minutos. Les aborda el miedo al abandono y les embarga una sensación de vulnerabilidad, producida por no encontrarse bajo el amparo directo de un adulto.

Esta es una respuesta puntual que se da en circunstancias determinadas. Más allá de estos episodios aislados, la revista Medline Plus indica que se puede sufrir Trastorno General de Ansiedad (T.A.G.) en la preadolescencia. Este trastorno suele venir motivado por la presión a la que se le somete al niño para estar a la altura de las expectativas en cuanto al rendimiento escolar o deportivo; o porque ha sufrido una situación traumática que no ha logrado superar.

La ansiedad en niños se refleja en una fuerte irritabilidad, en dificultad para poder concentrarse y en una excitación nerviosa anormal, que se da aunque el niño no tenga TDAH (Hiperactividad).

Para que la situación sea considerad como Trastorno de Ansiedad, la tensión o la preocupación debe darse durante al menos 6 meses seguidos.

El niño con trastorno de ansiedad es consciente de sus miedos y obsesiones, pero tiene problemas para controlarlos. Para llevar una vida normal, al niño se le somete a un tratamiento farmacológico, basado en ansiolíticos adaptados para su edad, y bajo supervisión psiquiátrica.

Para complementar el tratamiento, se le puede aplicar una terapia cognitiva del comportamiento que le proporcione herramientas para controlar sus pensamientos.

TDAH

El TDAH o Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad es un trastorno neuronal del desarrollo que afecta a la capacidad del niño para poder concentrarse en una actividad. Afecta a un 5% de la población infantil.

No se da igual en todos los casos. Mientras que hay niños para los que es imposible concentrarse en nada, porque tiene la mente dispersa; otros niños tienen la irrefrenable necesidad de realizar varias actividades al mismo tiempo, y al final no pueden hacer ninguna.

El TDAH tiene su origen en una alteración del funcionamiento del cerebro. En concreto, en un desequilibrio de neurotransmisores como la dopamina y la noradrelina que impiden al niño controlar sus impulsos.

Se le puede considerar enfermedad mental porque otras enfermedades mentales como la depresión también tienen su base en una alteración de los neurotransmisores. En el caso de la depresión son la serotonina, la dopamina y la norepinefrina.

Recientes estudios médicos han detectado que los lóbulos frontales de los niños con TDAH funcionan de manera diferente al de los otros niños. Establecen otro tipo de conexiones. Estas son las áreas del cerebro involucradas en la toma de decisiones, la planificación y el autocontrol.

A día de hoy, un niño con TDAH puede llevar una vida normal. Lo habitual es someter al niño a una psicoterapia cognitiva-conductual que le ayude a controlar la impulsividad y a centrarse en realizar la actividad que le toca en cada momento.

Para la mejora del niño es fundamental la colaboración activa de la familia y del colegio, ayudándole a integrarse con el resto de niños y evitando culpabilizarlo.

Si se considera conveniente, se puede complementar el tratamiento con medicación farmacológica.

Trastornos de espectro autista.

Se calcula que 1 de cada 54 niños tiene un trastorno de espectro autista con un nivel de intensidad determinado. Puede ser desde leve hasta intenso.

Los T.E.A. (Trastornos de Espectro Autista) son una categoría o cajón que incluyen una gran variedad de trastornos, desde el autismo propiamente dicho, hasta el síndrome de Aspergéis, el trastorno desintegrativo infantil o el Trastorno General del Desarrollo (T.G.D.)

No son enfermedades propiamente dichas. Son condiciones o modificaciones en el funcionamiento del cerebro y del sistema nervioso que hacen que el niño se relacione de una manera distinta con su entorno. Esta condición es genética, de nacimiento.

Se relaciona con la salud mental, porque una mala gestión de estos trastornos puede desembocar en depresión, ansiedad o Trastorno Obsesivo Compulsivo.

Un niño con T.E.A. vivirá con esta condición toda su vida. Esto no le va a impedir llevar una vida normal. Personajes famosos como el actor Anthony Hopkins, el pintor Andy Warhol o el magnate Elon Musk son personas con algún trastorno de espectro autista.

Con una terapia conductual que proporcione herramientas al niño para adquirir habilidades sociales que suplan sus carencias en cuanto a la interacción social, el niño podrá integrarse sin problemas en el colegio y los otros ámbitos donde se mueva habitualmente.

Depresión.

La depresión y el trastorno bipolar afectan a un 3% de los niños en un momento determinado de su vida. Es más habitual en niñas que en niños y es más frecuente entre los 12 y los 16 años.

La depresión se va a manifestar en una tristeza persistente, baja autoestima, sentimientos de culpabilidad, aislamiento social, falta de interés por actividades que hasta entonces practicaba, fatiga constante, falta de energía, jaquecas frecuentes y alteraciones del sueño. (Insomnio o dormir demasiado).

La depresión en la adolescencia, a veces, es difícil de detectar. Una buena parte de las depresiones infantiles están sin diagnosticar. Los padres o el entorno del chico o de la chica pueden atribuir los síntomas a los cambios propios de la pubertad (la edad del pavo) o la personalidad del enfermo.

No hace falta haber pasado por una situación traumática para padecer una depresión. Los psiquiatras coinciden en señalar que se trata de una enfermedad multicausal. Normalmente, aparece por una combinación de varios factores. Entre ellos se encuentra el factor genético. Las personas que tienen familiares directos que han sufrido depresión presentan más posibilidades de contraerla.

Lo importante para los padres es que cuando vean un cambio de comportamiento en su hijo, como puede ser que deje de prestar atención a lo que antes le gustaba o que tienda aislarse en su habitación, es recomendable acudir a un profesional para descartar la existencia de depresión.

Otra de las enfermedades mentales que afectan al estado de ánimo es el trastorno bipolar. Son personas que oscilan de la hipomanía (estados de euforia, hiperactividad y optimismo) a otros de depresión (falta de energía, desmotivación, etc.)

Aunque suele diagnosticarse principalmente en adultos, también puede darse en niños y adolescentes.

En estos casos se manifiesta con cambios radiales de estado del humor, con ciclos de euforia y depresivos alternos, que pueden durar días o semanas y por una alta irritabilidad.

El tratamiento del trastorno bipolar en la infancia y adolescencia requiere control psiquiátrico. El psiquiatra es el profesional indicado para tratar este problema. Para ello puede apoyarse en una terapia psicológica, en un tratamiento farmacológico y siempre trabajará con la familia y el centro escolar para abordarlo en su conjunto.

Trastornos de la conducta alimentaria.

Los trastornos de la conducta alimentaria, anorexia y bulimia, afectan a un 2% de la población infantil y tienen un fuerte componente de salud mental. Se suele dar más en chicas que en chicos y es más frecuente a medida que nos acercamos a la pubertad.

Frente a lo que mucha gente piensa, estos trastornos no son fruto de las modas, del culto al cuerpo. Corresponden con un estado de rechazo del enfermo hacia su persona que los expresa atacando su cuerpo.

El enfermo o la enferma no se acepta tal y como es o no acepta el entorno en el que vive y lo toma contra su aspecto físico. Se ve gordo o gorda, cuando no lo está, y por mucho que adelgace nunca se ve satisfecho con su apariencia, porque en el fondo no se acepta.

La revista Kids Health señala que los dos trastornos de conducta alimentaria más frecuentes en la preadolescencia son la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa. Estas enfermedades presentan diferencias entre sí, pero tienen el mismo patrón de pensamiento autodestructivo detrás.

Como vemos, en la infancia, la salud mental es un tema importante al que debemos prestar atención.