Viajes en familia

Cualquier viaje, sea del tipo que sea, suele ser satisfactorio. Lógicamente si hablamos de un viaje de trabajo en el que no te han dado ni cinco minutos para respirar igual la cosa cambia, pero quitando excepciones que confirman la regla, a los que nos gusta viajar nos va a venir bien coger la maleta siempre, o casi siempre. Ahora bien, viajar en familia tiene su intríngulis porque meter a los pequeños de la casa, por muy inteligentes que sean, en el Museo del Prado tres horas es una especie de tortura china para ellos, o al menos para la mayoría.

Pensar en los miembros de la familia que van a realizar dicho viaje y adaptarnos a las necesidades y gustos de todos es, como mínimo, complicado, pero siempre hay que pensar que mientras que el adulto puede hacer cosas que gustan a los niños y divertirse por igual, el niño pequeño no va a disfrutar viendo la catedral de Burgos, por mucho que nos gustaría que lo hiciera. Por eso, y siempre bajo la opinión de esta humilde bloguera, los viajes en familia (hasta que los niños tengan cierta edad) deben estar encaminados al disfrute, a la diversión, a la vivencia de experiencias y, sobre todo, a pasar tiempo en la naturaleza.

Esto último lo digo, sobre todo, para familias como la mía que vive en pleno centro de una urbe bastante habitada y que, por tanto, la naturaleza que suelen ver sus los pequeños de la casa se concentra en el parque del barrio o similar. Mis hijos viven la naturaleza cada vez que salimos y a veces no es necesario ni siquiera que planifiquemos nada porque todo viene rodado.

A la naturaleza

La última escapada la hicimos un fin de semana sin más, hace un mes aproximadamente. Mis vacaciones fueron en julio, igual que las de mi marido, y en agosto mis hijos tuvieron que disfrutar de la Escuela de Verano y de sus abuelos, por lo menos hasta que llegábamos nosotros a la hora de comer. Por eso, un día sin más mientras veíamos la tele mi marido me dijo “¿Y si alquilamos una caravana y nos vamos el viernes después de comer a algún sitio cerca hasta el domingo a medio día?” Mi respuesta fue rápida: “Vale”.

Media hora después estábamos llamando a Caravanas Cruz para ver si tenían algo disponible y ese mismo fin de semana, al salir de trabajar, nos comimos unos bocadillos rápidos y cogimos la caravana rumbo al paraje natural de Riopar.

No había nada planeado como otras veces en las que sí tenemos contratas incluso actividades y otras experiencias, esta vez íbamos con la maleta bajo el brazo como se suele decir y nada más, pero no hizo falta, los niños se lo pasaron bomba igual.

Nada más llegar se fueron a “explorar” el entorno, eso sí, sin salir de nuestra visión hasta que nosotros ordenamos todo y fuimos con ellos a “explorar” un poco más allá. Es una gozada poder pasear en silencio, por la naturaleza, mirándolo todo sin prisa y escuchando a tu hijo decir “mira mamá” y “mira esto otro”, y “un pájaro naranja”…

Pasamos un fin de semana relajado, viendo a los niños jugar a la pelota, subirse a los árboles, hacer senderismo en familia y un par de visitas al pueblo. No hubo quejas, solo un fin de semana en familia.

Con actividades

No obstante, como os comentaba antes, los mejores viajes en familia que hemos hecho los hemos organizado con bastante antelación. Uno de los que más nos gustaron fue a la Sierra de Cazorla. Alquilamos una casita rural, ahora mismo no recuerdo como se llamaba (si no os lo pondría aquí con enlace) que estaba genial. Tal vez, para los que tienen miedo a las alturas no sería la ideal pero a mí me encanto. Imaginad una carretera que va subiendo y subiendo hasta que llega a una zona, en una ladera de la sierra, en la que hay 4 casas rurales con un patio enorme que da directamente al valle interior de la sierra. Esa una auténtica maravilla levantarte por la mañana y abrir la ventana para ver toda esa naturaleza y el “acantilado” hacia abajo.

A algunas familias les puede dar miedo lo que cuento pero en realidad si los niños no salían del vallado de las casas no había peligro ninguno. Otra cosa sería dejarlos salir a su aire y que se despeñase, lógicamente.

En ese viaje contratamos muchísimas actividades con Ecoactiva Turismo. Recuerdo que hicimos muchas actividades multiaventura en Cazorla, desde barranquismo en La Bolera (un pantano muy chulo) hasta piragüismo en El Negratín, un embalse que se encuentra en el Geoparque de Granada. También practicamos senderismo, espeleología e hicimos una ruta en 4×4 que fue una auténtica maravilla.

Otro viaje en el que recuerdo que hicimos muchas actividades fue el de hace dos años (el año pasado con la Pandemia no viajamos nada, como casi nadie), Estuvimos en la playa de Cádiz y visitando algunos pueblecitos de la zona y recuerdo que contratamos varias actividades acuáticas. A mí la que más me gusto fue el bautismo de buceo que hicimos con Puerto Buceo. Vimos muchísimos bancos de peces y nos mostraron rincones increíbles bajo el mar. Sé que suena a topicazo pero es verdad que debajo del mar hay todo un mundo increíble, muy diferente al nuestro pero similar, difícil de describir si no lo ves con tus propios ojos.

A mis hijos les gustaron más otras actividades, lo reconozco, aunque también recuerdan el buceo. Ellos se decantaron más por el esquí acuático (que yo me negué a hacer), kayaks, paddle surf e incluso kitesurf, aunque este último fue tan complicado que acabaron literalmente reventados después de la actividad. No me imaginaba yo que la vela esa pesara tanto la verdad.

En la ciudad

Tampoco debemos descartar las escapadas a la ciudad, aunque siempre pensando en que ellos deben tener algún día especial aunque a nosotros nos aburra más. Por ejemplo, hace unos años estuvimos en Madrid y aunque no los metí en el Prado porque sabía que íbamos a acabar de los pelos (tenían 5 y 6 años en aquel entonces) he de reconocer que no fue un viaje muy divertido para ellos porque principalmente hicimos la escapada para ver una obra de teatro, un musical que llevaba años queriendo ver, y no organizamos mucho más, pero a cambio compramos unas entradas para el parque Warner y el último día lo pasamos allí viéndolos disfrutar y pasarlo bomba. La verdad es que fue un viaje corto, llegamos el mismo viernes que teníamos el musical, a mi hija le gustó mucho aunque no entendió nada porque le encantan las canciones pero mi hijo se aburrió como una ostra. El sábado lo pasamos viendo Madrid y caminando mucho, por lo que acabaron hasta el gorro. Y el domingo ya lo pasamos en la Warner, donde se lo pasaron bomba.

Se trata de combinar un poco lo que a todos nos gusta para que nadie tenga un mal recuerdo del viaje. Es posible que se realice alguna actividad o se vaya a ver algo que no a todos guste, pero por eso hay que dar una de cal y otra de arena en todos los viajes.

Cuando estuvimos en Barcelona, por ejemplo, recuerdo que fuimos a ver el campo de fútbol del Barça, vimos el edificio de la ópera, el museo de cera, el oceanográfico, paseamos por las ramblas y pasamos un día en el parque de atracciones de Montjuic. Como veis, actividades y visitas de todos los colores y para todos los gustos.

¿Y por qué incido tanto en este punto? Pues porque a veces los adultos no nos damos cuenta de las necesidades de los niños. Tengo unos amigos, que adoran a sus hijos, pero no pensaron bien en lo que les iba a gustar o no un viaje a Roma. A priori parece una maravilla pero la realidad es que sus hijos de 6 y 8 años se pasaron todo el viaje caminando, viendo lo que para ellos solo son piedras y ruinas, y oyendo explicaciones de guías que les aburrían constantemente. No hicieron nada divertido para ellos y los padres, sin pensarlo demasiado, volvieron del viaje diciendo que no se podía viajar con sus hijos, que son unos quejicas y que no les gusta nada. Yo me callé, no dije nada, pero ¿de verdad pensaban que llevarlos a ver ruinas y catacumbas, o el Museo Vaticano iba a ser un buen viaje para esos pequeños? Obviamente no. ¿No creéis?